Suicidio

Soy una Pringada sabe que algún día se quitará la vida. Dice que ahora está contenta, pero que no entiende el significado de nada. Para mí, persona con pensamientos suicidas desde hace 10 años, no hay una manera mejor de describir la depresión.

Es como una enfermedad terminal. Esa es mi definición. Sabes que en cualquier momento puede darte por quitarte la vida, que puede ser tu último día sin ni siquiera planificarlo. Porque no siempre se piensa. Cuántas veces he querido meterme a la boca (y lo he hecho) un puñado de los antidepresivos que tomo sin que me dé tiempo a escribir la típica nota de despedida. Yo sé que en cualquier momento lo voy a hacer, porque al igual que Soy una Pringada, no entiendo el sentido de vivir. No comprendo para qué sirve. Es difícil explicarlo. Efectivamente, hay muchas cosas detrás que influyen para que algún día llegue a este punto. El hecho de no llegar a fin de mes es una de ellas. Trabajar para vivir no es vivir. Y aun así apenas me da para nada con lo que gano. Llevo días sin poner la calefacción porque no la puedo pagar. Desde febrero estoy en un costipado continuo y me duelen las manos porque están hinchadas. Siento que el día de mañana no tendré para pagarme lo necesario y he decidido que lo mejor que puedo hacer es quitarme de en medio.

A cualquier persona le parecería horrible leer esto y si todavía no se lo he contado a nadie es porque sé que montarían drama. Yo solo quiero que el suicidio deje de ser tabú, que no es para tanto (mi muerte, quiero decir). Y lo digo completamente en serio. Hay muchas cosas feas y dañinas peores por detrás. Mi muerte es algo natural, todos vamos a morir.

Hay algo, sin embargo, que sí me da miedo y es el dolor de los demás. A veces siento culpa ante el posible hecho de acabar tan joven en una caja de pino, pero el daño dentro de mí es tan tan tan grande que ya no cabe. Lo ha arrasado todo. Mi vida se parece a la curva de la típica pantalla del hospital que se aplana cuando mueres. La depresión también es morir en vida. B me decía que es normal, que no todo el mundo es feliz constantemente, pero ella no sabe que me siento plena una vez cada poco tiempo y que por eso, cuando tengo un día feliz, lo grito. Quiero que se sepa. Lo cual no quiere decir que vaya a dejar de pasármelo bien o de querer hacer planes.

Durante episodios depresivos suelo hacer una recapitulación de todo lo que me ha sucedido desde que tengo memoria y me imagino hecha bola, en el suelo, con todo el mundo pegándome hasta matarme. Es un deseo raro. Qué fuerte pensarlo. Quizá solo busco la manera de justificar por que merezco eso.

Acabo volviendo en mi cabeza a momentos en los que fui feliz de niña. Una época en la que, como no se ha vivido lo suficiente, no se puede recordar nada malo. (Aunque sí experimentarlo). Yo me dedicaba a tomar papilla y a lanzar una pelota, a dormir con las manos y los pies recogiditos, como ahora, porque una ha heredado gestos de cuando era un bebé. Lloraba cuando no me daban la comida rápido y el único dolor que sentía era la astilla clavada en mi dedo. Ahora todo a mi alrededor ha desaparecido.

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